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Hoy día, existe una separación cultural entre la clase obrera y la clase académica y elitaria. Hay un movimiento anti- intelectual en crecimiento entre la gente menos educada, y cada vez más académicos se alejan de la clase trabajadora y se rodean con personas que piensan de manera similar. El término "burbuja" describe el ambiente personalizado en el cual un elitario se envuelve; gracias a Facebook y otras redes sociales, aún los miembros de la clase baja pueden sumergirse en una burbuja, seleccionando con quien se interactuen y que contenido vean. Las burbujas previenen que grupos separados de la sociedad se comuniquen y empatizen el uno con el otro, un hecho del cual Rusia podría haber aprovechado durante las elecciones estadounidenses para dar al traste con las políticas estadounidenses. A causa de eso y otros recientes acontecimientos, sabemos que un entorno de sastre puede acabar en desastre.
El libro "El juego de los abalorios" por Hermann Hesse les advierte a los académicos sobre los peligros de la burbuja, y provee una estrategia para reventarla. Se trata de un complejo de universidades avanzadas llamado "Castalia." Manda funcionarios de su comité educativo a todas las escuelas del país para buscar a estudiantes sobresalientes e inscribirles en una escuela secundaria de Castalia. Un alumno típico estudiaría las artes y las ciencias, como la teoría de música, las matemáticas, el arte visual, la escritura, y la filosofía, con sumo detalle. Al graduarse de la escuela secundaria, se mudaría a una de cinco universidades y estudiaría dichos campos con aún más detalle. Además, aprendería a jugar "el juego de los abalorios," una actividad que sintetiza todos los campos académicos con un idioma esotérico (y que no tiene nada que ver con abalorios). Después de acabar con las clases de la universidad, disfrutaría de unos años de "estudio libre," en los cuales podría estudiar cualquier cosa que le interesara con tanto rigor que quisiera. Por fin, al terminar el estudo libre entraría en la jerarquía Castaliana y serviría por la mayoría del resto de su vida cumpliendo cualquieras funciones que el comité educativo le encargara.
Castalia, parecido a un orden monástico, les impone algunas reglas estrictas a sus miembros. No pueden disfrutar de placeres terrenales como posesiones desmesuradas, sexo, y amor; trabajar fuera del orden y vivir con la gente común quedan prohibidos también. Además, aunque los miembros de Castalia estudian la obra de artistas famosos, Castalia les disuaden crear obras creativas propias.
El protagonista, llamado Joseph Knecht, es un alumno y funcionario excelente de Castalia hasta el fin del libro. Durante sus años en la escuela secundaria, defiende el estilo de vida restringido de Castalia en una serie de debates contra Plinio Designori, un estudiante afuerano que toma clases en Castalia sin la intención de entrar en el orden. Después de su periodo de estudio libre, sirve el orden como diplomático, mejorando la relación entre Castalia y la iglesia católica a través de una amistad con Father Jacobus, un miembro venerado de éste. Aunque Knecht influye a Designori y Jacobus y ablanda su escepticismo contra Castalia, sus conversaciones tienen un efecto recíproco - le revelan a Knecht lo que a él le parece una debilidad importante de Castalia.
A través de sus conversaciones sobre la historia con Jacobus, Knecht se da cuenta de que la existencia de Castalia es frágil; la gente común de su país no entiende la importancia de Castalia y el estudio de las artes y las ciencias, y aún siente desdén por su "burbuja" protegida. Entonces, Knecht predice que la llegada de un desastre costoso como una guerra combinado con dichos sentimientos podrían causar que el gobierno cese de financiar Castalia. Después de haber alcanzado el puesto más poderoso de la jerarquía de Castalia, Knecht escribe una carta al comité educativo advirtiéndolo de esta posibilidad. Por desgracia, posiblemente debido a la falta de conocimiento sobre la historia, el comité rechaza su advertencia, y Knecht dimite su puesto - una acción sin precedentes. A fines del libro, poco después de dimitir, Knecht trata de nadar y se ahoga, terminando el libro repentinamente.
Aunque el libro se trata del peligro de "la vida de la mente," me parece sugerir una perspectiva mezclada. Sin duda, aunque advierte de su peligro, celebra el estudio riguroso de los artes y las ciencias. No parece una crítica de los intelectuales de hoy en día desde un escritor hostil, sino un aviso amable desde un escritor preocupado por el aislamiento de su querida comunidad intelectual; de hecho, el libro en sí es parecido a la carta que Knecht escribe al comité educativo.
Además, los personajes del libro proveen un modelo del discurso ideal a través de las conversaciones entre Knecht y Designori o Jacobus. Ambos partidos tienen perspectivas demasiado extremas al empezar el debate - Designori y Jacobus no tienen bastante respeto por Castalia y la búsqueda intelectual, mientras que Knecht ha interactuado pocas veces con alguien fuera de Castalia y no puede empatizar con ellos. Sin embargo, a pesar de sus diferencias, ambos partidos participan en un discurso civil, nunca dejando que la conversación se vuelva una competencia ni una batalla. A fines de la conversación, ambos tienen mentes cambiadas, y reconocen los méritos de la perspectiva del otro. El libro enfatiza que en un discurso significativo y sincero, ambos partidos se hacen vulnerables y maleables.
Hoy en día, mucha gente ha olvidado ese hecho importante. En los debates, políticos rehusan cambiar su perspectiva o conceder algo al oponente por miedo de parecer débil, y los espectadores siempre hablan del "ganador" de un debate como si fuera una competencia. Cuando alguien participa en un debate, típicamente asume a principios que ya sabe la respuesta correcta al problema, y que solo tiene que convencerle al oponente de que está equivocado. El comité educativo comete este error cuando le pide a Knecht que sirva como diplomático y que sigua conversando con Jacobus tratando de cambiar su perspectiva sobre Castalia sin imaginar que Jacobus podría influir a Knecht también. Este fenómeno se asemeja a "Dogmatismo Kripkeano," la práctica de asumir que cualquier afirmación que difiere con el suyo debe basarse en evidencia falsa o sesgada, y que puede ser refutado.
Por desgracia, resolver los problemas modernos de esta manera sería más difícil debido a las circunstancias diferentes de hoy en día. Knecht, Designori, y Jacobus, por ejemplo, son bien educados y valoran la educación, dándoles unos puntos comunes. Aunque la mayoría de los políticos exitosos son educados, muchos votantes de quienes dependen no son, y debido al movimiento anti-intelectual, aún tienen aversión a candidatos que parecen intelectuales. Ese hecho les disuaden a los políticos de resolver sus diferencias de una manera civil y de miras. Sin embargo, aunque no pueden aplicarse en todos casos, los consejos que provee pueden mejorar la calidad de un debate entre dos partidos educados que no priorizan guardar las apariencias.
Aunque fue publicado en 1943, "El juego de los abalorios" aborda muchos temas importantes actuales. Primero, advierte del peligro social de la separación del élite intelectual lejos de la sociedad normal y la clase obrera; predice la destrucción eventual de Castalia a menos que cambie su relación con el resto de su país. Segundo, advierte el peligro al nivel individual, demostrando que Knecht puede predecir la caída de Castalia solo después de salir de ella y fortalecer su conocimiento de la historia; aún Knecht, el hombre más sabio al final del libro, muere ahogando, demostrando que aún una persona tan educada como Knecht siempre necesita estar consciente de sus debilidades en el mundo real para sobrevivir.
Finalmente, propone una solución a los problemas sociales e individuales a través del debate sincero y el discurso abierto, ofreciendo un ejemplo de esto con Knecht, Designori, y Jacobus.